Artículo original publicado en la revista oficial del XXXVI Campeonato de Karate Infantil celebrado en Oviedo.
Publicación realizada con el permiso de la autora.
Como mujer amante del deporte en general y del karate
en particular, una de las primeras cosas que hice al saber que estaba
embarazada de mi primer hijo, fue el preguntarme qué deporte podría hacer
durante los siguientes meses, o si sería posible seguir practicando karate. Me
lancé a buscar información, con mi ginecólogo y en Internet, y todos desaconsejaban la
práctica de deportes de contacto, y al karate lógicamente lo incluían dentro de
ellos. Como esas informaciones no me satisfacía completamente, puesto que
entendía que estaban formuladas desde un punto de vista estrictamente médico, por personas que desconocían el
verdadero mundo del karate y además lo que yo quería era no abandonar la
práctica, fue entonces cuando decidí que sería yo misma la que haría la
valoración del tema.
La gente profana en el mundo del karate, piensa que
éste sólo se compone de patadas y puñetazos y esto no es así, el karate es algo
más, realmente es mucho más, el karate es una filosofía, una forma de vida. En
él tienen cabida: pequeños, medianos y mayores, hombres y mujeres, altos y
bajos, gordos y flacos todos por igual, y por qué no embarazadas. Cada uno
tiene que encontrar su “yo” y su “Do”, su camino, por supuesto esto no
significa que cada uno vaya a hacer lo
que le gusta y lo que no le gusta no, el practicante de karate, ha de hacer lo máximo
que sus características físicas personales le permitan. En el Club que dirijo
(Club Karate Luarca), al igual que en otros clubes, la clase de adultos es muy
heterogénea, abarcando edades que van desde los 15 a los 65 años o más, y
dentro de este amplio rango un sinfín de peculiaridades personales; es decir en
ella conviven competidores de kumite, competidores de kata, personas que buscan
mejorar en algún aspecto físico o psicomotriz, personas que buscan aprender a
defenderse… y todas y cada una de ellas desarrollan su trabajo y evolución, llegando
así a cumplir una de las máximas del karate “la superación de uno mismo”.
Cada uno tiene que ir planteándose sus metas y objetivos en la vida, mi meta en
este caso, era llegar a dar a luz en el mejor estado posible y mi objetivo era
seguir haciendo deporte, seguir haciendo karate, puesto que estaba convencida
que esto sería lo mejor para mi y para mi futuro hijo; y así fue como durante
los siguientes meses adapté el karate a mi estado, por supuesto no me presenté
a ninguna competición, ni a ningún examen, pero seguí disfrutando del karate y
de las ventajas que éste me aportaba.
Cuando
comencé las clases de preparación al parto (esto es en el último mes del
embarazo), realmente mi condición física y mental eran óptimas, muchos de los
ejercicios que se hacen en estas clases tienen mucha similitud con los trabajos
que podemos realizar durante una sesión de karate: elasticidad, concentración,
tensión del abdomen, respiración… La respiración que se hace al principio del
kata Seienchin, durante los
movimientos Hazushi Uke y Morote Gedan Barai, es idéntica a
la respiración profunda que enseñan para poder controlar las contracciones:
inhalando por la nariz y exhalando por la boca, así mismo la tensión que
se hace en el hara (abdomen) es la forma correcta, que enseñan las
matronas, para empujar durante el parto. Como podemos ver el karate favorece el
embarazo y viceversa, el embarazo favorece a la practicante de karate, puesto
que durante la gestación el cuerpo produce la hormona elastina, la cual
funciona durante el embarazo y el parto y es responsable y favorecedora de
todos los estiramientos que durante ello suceden. Cuando se está
embarazada todo es más flexible gracias a la elastina segregada:
articulaciones, músculos, tendones… pero debemos extremar precauciones, puesto
que podríamos superar fácilmente nuestros límites y producir una grave lesión.
Y así pasaron los 9 meses y llegó el momento del
parto… ¿ y qué tiene esto que ver con el karate? pues tiene mucho que ver, toda
la experiencia que se ha ido acumulando a través de los años de entrenamiento
de karate, confluyen en ese mismo momento: el espíritu de sacrificio, la capacidad
de trabajo, la concentración, en definitiva, el autocontrol del cuerpo y la mente, de todo ello se echa mano sin darse
una verdaderamente cuenta, puesto que es algo que está grabado en el
subconsciente.
Una vez llegado a la meta, no es que ya se haya
acabado todo, sino más bien todo lo contrario, acaba de empezar. Lo realmente
duro empieza ahora: la recuperación del cuerpo, que tendrá que volver
progresivamente a su estado anterior, la grata pero dura labor de criar a un
hijo, y empezar de nuevo a entrenar karate en todas sus facetas, (en el mejor de los casos, a partir del segundo o tercer
mes), teniendo que conciliar lactancia con entrenamientos, competiciones,
cursos, arbitrajes, etc.
En todo caso,
nada de esto sería así, si Dios, la Madre Naturaleza, la Providencia, la suerte
o como cada uno le quiera llamar, no quisiera que fuese. Cada mujer, cada
embarazo y cada parto es único y este pequeño artículo, es simplemente mi
opinión y mi buena experiencia personal, sin ánimo de pedantería y con el
objetivo de mostrar que el embarazo no es una enfermedad, sino un estado que ciertamente
te limita físicamente, pero que te permite hacer de todo, incluso karate.
Por encima de todo esto, tiene que prevalecer el
consejo y el seguimiento de los profesionales
de la medicina en cada caso particular, ya saben eso de… “antes de tomar nada y
tal y tal… consulte a su médico”.
Espero que mis dos hijos Alejandro y Leonardo, hasta
ahora sanos y fuertes, practicantes de karate durante
su gestación, sigan dignamente el camino del “Noble arte del karate”, al cual tanto le debo por lo mucho que me ha
aportado a lo largo de mi vida.
Eva Fernández
Menéndez
Directora del
Departamento Karate y Mujer de la Federación Asturiana de Karate.
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